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Lugar: La Falda, Córdoba, Argentina

El titular ha superado los 25 años en la actividad periodística, habiendo participado de los medios gráficos de la región, ha sido director de medios radiales y ha hecho televisión, fue corresponsal de La Voz del Interior.

sábado, 13 de febrero de 2016

La verdad, en medio de deudos y deudas

Las decisiones en el campo de la salud llevan a veces a posponer los problemas de aparente menor gravedad (a nivel individual o social), para concentrarse en lo que realmente preocupa en lo inmediato, la emergencia, aquello que pone en riesgo la vida o la calidad de vida del individuo o de la comunidad. E indudablemente, en lo que hace a nuestras responsabilidades sanitarias, la prevención del Dengue y las otras dos enfermedades que también trasmite el mosquito aedes aegypti, Chicunguya y Zica, hoy ocupan lo central, ya que lo que se debe hacer es conocido, hay recursos donde vivimos y por lo tanto, nadie puede distraerse en esa tarea, ya que el éxito reside en la actividad de cada vecino-ciudadano en controlar el lugar donde reside y el de las autoridades sanitarias locales, colaborar y supervisar el cumplimiento en los barrios donde las condiciones de vida son más precarizadas y en detectar precozmente cada caso sospechoso.
En lo social y político, y recordemos que “la política es medicina a gran escala” según la definición del gran Rudolf Virchow, la defensa de los salarios y jubilaciones ante un abrupto aumento del costo de la vida, los casi 50.000 despidos, (25.000 en el sector público y 23.000 en el privado) pueden dar motivo a un incremento de conflictividades y caída de algunas fuentes de trabajo como lo es la industria turística, una de las pocas que nos permite un crecimiento y desarrollo saludable como comunidad. Por esa razón, sin despreocuparnos de lo esencial (a veces invisible a los ojos al decir del “principito”) no podemos soslayar a otro aspecto de la actualidad que hace también mucho a la salud, especialmente la mental y social, como lo es el de la VERDAD respecto a las víctimas de la última dictadura militar. Y esto surge por una autoridad gubernamental que pone en duda el número de las víctimas, desaparecidos-asesinados, sino también, los motivos que llevaron a configurar la cantidad de 30.000, cifra que en realidad solo saben los responsables de ese genocidio, o sea quienes siguen guardando silencio al respecto.
“Deudas y deudos” es la “ópera prima” del director Eloy Camus, producida y realizada por la Universidad Nacional de San Juan. Su inicio relata “hecho inédito que sucedió en San Juan, donde la Legislatura Provincial se transforma en un centro clandestino de detención, el 24/3/1976. Allí, se instala un centro de torturas y vejámenes, a funcionarios públicos, diputados provinciales, miembros del Poder Judicial incluido el presidente de la Corte, dirigentes sindicales y cientos de militantes de la Juventud Peronista y de la J U Peronista”. Según la crónica periodística “El relato testimonial lleva de buscar el origen de la violencia, que según los autores incluye “el bombardeo de la Plaza de Mayo en junio de 1955, el derrocamiento del General Perón, la profanación de los restos de Eva Perón, los fusilamientos de 1956, 18 años de proscripción del peronismo”. Yo no vi la película y tampoco la encuentro en internet. Pero convivo con deudos, familiares de la víctimas, no solo de las que fueron asesinadas, sino también aquellas que no pueden librarse a casi 40 años del horror, del terror, de la incertidumbre, de las secuelas de ese modelo de terrorismo del Estado, que no fue solo patrimonio de la Argentina, que abarcó muchos países vecinos, donde las técnicas de exterminio de cuerpos y almas se llevó a cabo. Pero sí entiendo el origen de aquella violencia, no puede ser ignorada. No coincido en que “el antiperonismo” que describen los autores de la película, fue lo que motivó aquella brutal represión. Si creo que los principales “deudores” de lo ocurrido, son quienes actualmente nos orientan a reflotar la dolorosa polémica en torno al número de víctimas. Asumo entonces mi interpretación acerca de los deudos y las deudas con la verdad del momento que vivimos.
No sé el número exacto de desaparecidos-asesinados de múltiples formas, desde antes del 76… Si se que se han encontrado archivos que si no se cuidan y si no se estudian, postergaremos al infinito saber cuál fue la magnitud de la barbarie y que la destrucción de los equipos que venían haciendo ese estudio, solo beneficiará a los deudores con la verdad. Tampoco sé cuantos fueron torturados detenidos, “desaparecidos por algún tiempo” y que luego pudieron relatar en los juicios parte del drama. Si sé que gracias a su entereza, hoy podemos acercarnos a esa verdad. Ignoro cuantos fueron obligados a emigrar, huir, ocultarse por años y que aún les cuesta el retorno a la patria. Muchos fueron destacados científicos e investigadores que posibilitaron avances para la humanidad en otros países “centrales”. ¿Cuántos perdieron todo o casi todo, hasta su salud mental, su sentimiento de dignidad…? Recuerdo que uno de los primeros “liberados” de las cárceles clandestinas que conocí profesionalmente, era un joven sometido a múltiples psicofármacos y que revivía en los pocos momentos de lucidez, los horrores padecidos. Si sé que hubo quienes se ocuparon de esclarecer la verdad a veces a costa de su vida como Julio López… o de ser amedrentados de mil maneras como testigos en los juicios. Si sé que también hubo quienes no tuvieron nada en común con los que participaron en la lucha armada, pero hicieron todo lo posible para que se conociera la verdad… El ejemplo más evidente lo dio el Presidente Alfonsín con los primeros y fundamentales juicios a la Junta de Comandantes.
También sé que hubo otros y no pocos, que repetían el “por algo será”, o que siempre negaron la magnitud del crimen, que obstruyeron con sus múltiple recursos la búsqueda de esa huidiza verdad, que siempre sembraron dudas tanto sobre la veracidad de las denuncias o sobre la calidad humana de los denunciantes, que impidieron que se publicara o directamente censuraron toda noticia al respecto… Que hubo quienes protegieron y siguen protegiendo a los responsables intelectuales, económicos de genocidio, a los que incluso se enriquecieron con la dictadura, que usurparon empresas bajo tortura, que en complicidad con eslabones de la justicia impidieron el justo castigo… La cesantía en el Banco Central de todo el equipo que estudiaba los crímenes económicos de la dictadura y sus responsables, nos está poniendo evidencia, que la nueva gestión política nacional, procura preservar a los CEO de la mano de la Justicia. Fueron responsables del robo de empresas como Papel Prensa “comprada” bajo torturas y amenazas. Mientras M. Salas no puede excarcelarse, C. Blaquier, propietario del Ingenio Ledesma y de los camiones que trasladaron a cientos de secuestrados con 50 desaparecidos (entre ellos L. Aredes, pediatra e Intendente del pueblo), dueño de la usina local “La Noche del Apagón” en julio del 76, nunca estuvo un minuto detenido. Fueron los principales responsables de la abultada deuda externa, “impagable”, como de su incremento desmesurado en la época neoliberal menemista. Son los que ya nos están sometiendo a nuevos endeudamientos que son la base de la sumisión a los dictados de los grandes bancos internacionales, mientras se libera de responsabilidades impositivas a los grupos empresariales más grandes. Quién habló del “curro de los DDHH”, es el primer presidente de la democracia que no recibe personalmente a sus representantes.
El negacionismo por parte del Gobierno turco del Genocidio Armenio, de la Shoa por parte de algunos fanáticos iraníes, del genocidio de los pueblos nativos indoamericanos con las “campañas del desierto”, o en Bolivia, entonces Alto Perú, evidenciada en la Casa de la Moneda de Potosí y muchas más, serán motivo de reiteradas polémicas. No las podemos soslayar. Pero la urgencia, hoy es afrontar tanto la amenaza del Dengue-Zika, (algo que nos advierte la OMS), como esta ola de despidos y “listas negras”, del empobrecimiento general, amenaza real a la salud, que recordemos, incluye en su definición lo físico, lo mental y lo social.
Benjamín Malamud Lerner

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